viernes

Otros chistes (4)

La tortuga obstinada
Una pequeña tortuga comenzó a trepar a un árbol, lenta y penosamente. Después de varias horas consiguió subir a la rama más alta. Una vez allí, la tortuga se lanzó al vacío, dándose un golpe tremendo contra el suelo. Al cabo de un rato, ya repuesta del golpe, la tortuga volvió a trepar al árbol, esta vez con más dificultad aún. Al llegar arriba volvió a lanzarse al vacío, con resultados aún más dolorosos que la vez anterior. Pasó otro buen rato hasta que la tortuguita se recuperó, y con las pocas fuerzas que le quedaban volvió a iniciar el ascenso. En una rama de ese árbol, una pareja de palomas observaban, con pena, a la tortuguita. Una de ellas dijo a la otra:

-Querido, ¿no te parece que ha llegado el momento de decirle a la tortuguita que es adoptada?



Consejos de madre
La mujer vio que su hija ya estaba preparándose para la cita de esa noche con su jefe, quien la había invitado a salir por primera vez. Mientras la chica, que tenía 18 años recién cumplidos, se maquillaba, la madre empezó a llorar.

-Qué pasa, mamá?

-Es que yo sé lo que va a pasar esta noche, hija.

-¿Qué va a pasar esta noche, mamá?

-Esta noche, hija, tu jefe te va a llevar a cenar a uno de esos lugares con velas y músicos que tocan el violín entre las mesas. Después, te va a llevar a bailar y a tomar una copa en algún lugar oscuro y, mientras estéis bailando, te va a decir lo linda que eres y todo eso...

-Bueno, mamá, ¿y qué tiene eso de malo?

-Que después te va a invitar a su apartamento. Yo ya sé como va a pasar todo.

-¿Y?

-Y el apartamento va a ser uno de esos pisos modernos que tienen un balcón desde donde se ve el río. Y entonces, mientras miráis por el balcón, él va a poner música y va a destapar una botella de champagne. Va a brindar por ti y por el encuentro, y te va a invitar a mostrarte la casa. Y ahí es donde podría llegar la tragedia.

-¿Quél tragedia, mamá?

-Cuando lleguéis al dormitorio, él te va a mostrar la vista desde allí y te va a dar un beso. Eso no me asusta. Pero después, hijita, después él te va a enseñar la cama y se va a tirar encima de ti. Y si tú permites que se acueste encima de ti, ¡yo me muero! Y si yo me muero tú vas a cargar con esa culpa el resto de tu vida... ¿Entiendes por qué lloro, hija? Lloro por ti, por tu futuro.

-Bueno, mamá, quédate tranquila. No creo que pase eso que tú dices.

-Acuérdate, hija, acuerdate. ¡Yo me muero, acuérdate!

A la hora señalada, un coche de importación carísimo se detuvo frente a la puerta de la familia. Tocó la bocina, la hija salió, subió al coche y éste partió. A las cinco de la mañana, la chica regresó a casa. La madre, por supuesto, estaba despierta, sentada en el sillón.

-¿Que pasó, hija? Cuéntale todo a tu madre.

-Mamá, ¡es increíble! Todo fue como tú me dijiste. El restaurante, el baile, el apartamento, todo...

-¿Y?

-Pero cuando llegamos al dormitorio y él quiso subirse encima de mí, yo me acordé de ti, mamá. Me acordé de la culpa que me iba a quedar si tú te morías.

-Muy bien, hijita. Así que te fuiste...

-¡No! Me acosté yo encima de él. ¡Que se muera su madre!



Loro maleducado
Ricardo recibió un loro por su cumpleaños. Era ya un loro adulto, con muy mala actitud y vocabulario. Cada palabra que decía estaba adornada con algúna taco, y siempre con muy mal genio. Ricardo trató desde el primer día de corregir la actitud del loro hablándole con palabras bondadosas y con mucha educación. Le ponía siempre al loro música suave y lo trataba con mucho cariño.

Pero llegó un día en que Ricardo perdió la paciencia y gritó al loro. Éste se puso más grosero aún, por lo que, en un momento de desesperación, Ricardo metió al loro en la nevera. Durante un par de minutos pudo escuchar los gritos del loro y el revuelo que causaba en el interior del frigorífico, hasta que finalmente se hizo el silencio. Después de un rato, Ricardo, temeroso de haber matado al loro, rápidamente abrió la puerta de la nevera. El loro salió y, con mucha calma, subió al hombro de Ricardo y dijo:

-Siento mucho haberte ofendido con mi lenguage y actitud. Te pido me disculpes y te prometo que en el futuro vigilaré mucho mi comportamiento.

Ricardo se quedó muy sorprendido por el tremendo cambio de actitud del loro. Estaba a punto de preguntarle qué le había hecho cambiar de esa forma cuando el loro continuó hablando:

-¿Puedo hacerte una pregunta...? ¿Qué es lo que hizo el pollo?



Ven a gozar al infierno
Un hombre murió y fue directo al infierno. Mientras lloraba desesperadamente, tuvo su primer encuentro con el diablo:

-¿Qué te pasa, cabrón? -le soltó el diablo nada más verlo-.

-¿A ti qué te parece? ¡Estoy en el infierno!

-Esto no está tan mal. Actualmente tenemos un montón de diversión aquí. ¿Te gusta beber?

-Me encanta el alcohol.

-Bueno, entonces vas a amar los lunes. Los lunes todo lo que hacemos es beber whisky, tequila, vino... Bebemos hasta que reventamos, y luego bebemos un poquito más.

-¡Vaya, suena muy bien!

-¿Fumas?

-Como un carretero.

-¡Perfecto, vas a amar los martes! Conseguimos los cigarros más finos de todo el mundo y fumamos hasta que vomitamos los pulmones. Y no hay que preocuparse por el cáncer: ¡ya estás muerto!

-¡Fantástico!

-Apuesto a que te gusta el juego.

-La verdad es que sí.

-¡Bien! Porque los miércoles es el día del juego: ruleta, black jack, carreras de caballos..., lo que quieras. Hasta hemos abierto una mesa de strip-poker.

-¡Mierda, nunca antes había jugado al strip-poker!

-Bueno, ahora puedes. ¿Te gustan las drogas?

-¡Amo las drogas! ¿No querrás decir que...?

-¡Exacto! Los jueves es el día de las drogas. Puedes meter tu cabeza en un bol de crack, fumar un porro del tamaño de un submarino... Puedes hacer lo que quieras con las drogas y, si se te va la mano con la dosis, no hay problema: ¡ya estás muerto!

-¡Joder! ¡Nunca imaginé que el infierno fuera un lugar tan bueno!

-¿Eres gay?

-¡No!

-¡Uf...! ¡Entonces vas a odiar los viernes!



Una gitana en la farmacia


Una gitana entró a una farmacia y pidió un frasco de Frecuencia. La farmacéutica la miró y le dijo:

-Oiga, señora, en mis 30 años de experiencia en esta profesión nunca he oído ese producto. ¿Es algún tipo de perfume nuevo?

La gitana respondió:

-¡Y yo que sé! ¡El ginecólogo fue el que me dijo que me lavara el chirri con Frecuencia!



La pata de palo

Un hombre hacía cola para coger el autobús, acompañado de sus doce hijos pequeños. Junto a ellos, había un señor de mediana edad, con una de sus piernas de palo. Llegó el autobús y subieron los chiquillos, ocupando todas las plazas libres. Los dos adultos subieron y tuvieron que quedarse de pie. Cuando el autobús arrancó, el señor de la pata de palo perdió por un momento el equilibrió y se fue hacia atrás, haciendo un ruido inconfundible: "toc, toc, toc, toc...". Cuando el autobús frenó, sucedió lo mismo, sólo que ahora el minusválido se fue hacia delante ("toc, toc, toc, toc..."). Lo mismo sucedía cada vez que el autobús se ponía en marcha o frenaba. Después de algunas paradas más, el padre de familia numerosa, visiblemente nervioso por los sonidos del cojo, le dijo:

-Disculpe usted, pero me gustaría hacerle una sugerencia. ¿Por qué no coloca una gomita en la punta del palo? Seguro que con eso va a amortiguar mucho el ruido e incomodará menos a todos.

Inmediatamente, el hombre respondió:

-Le agradezco la sugerencia, pero si usted también se hubiese puesto una gomita en la punta del suyo hace algunos años, ahora mismo estaríamos todos cómodamente sentados.



La tonta


La chica se levantó por la mañana y dijo:

-Jo..., a levatase otave, otave, como todo lo dia...

Mientras se vestía, dijo:

-Jo..., otave, a vetise otave, como todo lo dia...

Subió al coche, se detuvo ante un semáforo y dijo:

-Jo..., otave el semáforo en rojo, otave, como todo lo dia...

Cuando el semáforo cambió, siguió conduciendo. Al poco rato la detuvo un guardia civil. Nada más bajar la ventanilla, el guardia civil se bajó la bragueta. Ella dijo:

-Jo..., otave, otave la pueba de la alcolemia, como todo lo dia...

No hay comentarios:

Publicar un comentario