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Chistes de parejas (4)


Sensibilidad masculina


Una mujer conoció a un hombre en un bar. Conversaron, congeniaron y terminaron marchándose juntos. Fueron al apartamento de él y, mientras él le enseñaba el lugar, ella advirtió que su dormitorio estaba lleno de ositos de peluche, todos bien acomodados; los más grandes en la repisa de arriba, los medianos en el centro y los pequeñitos abajo. La mujer quedó muy sorprendida de que un hombre tuviera esa colección de peluches, pero decidió no comentarle nada y se alegró de que él no tuviera miedo de mostrar su lado más sensible (ese que tanto les gusta a las mujeres). Ella lo miró a los ojos, se besaron y a los tres minutos ya estaban en la cama. Después de una intensa noche de pasión, ella, muy feliz con su hombre sensible, acurrucada junto a él, le preguntó:

-¿Y bien? ¿Qué tal estuvo?

-No estuvo mal... Puedes retirar tu premio de la repisa del medio.




¿Embriagado?


En la noche del 25º aniversario de bodas, el esposo llegó a casa complentamente borracho, arrastrándose por el suelo. Cuando su esposa lo vio, muy indignada, le dijo:

-¡Pero si estás complentamente borracho! ¡No lo puedo creer! ¿Por qué me haces esto en nuestra noche de aniversario?

-¿Yo? Sólo obedecí tus órdenes, mi amor... ¡hip!

-¿Qué órdenes, inútil?

-Leí tu nota, la que decía "¡Te espero esta noche 'embriagado', amorcito!".

La esposa, con un tremendo enfado, contestó:

-Decía "enviagrado", imbécil, "¡en-viagra-do!".





Dime algo bonito


La mujer estaba desnuda, mirándose en el espejo de la habitación. No estaba muy feliz con lo que veía y le dijo a su marido:

-¡Me siento horrible! Parezco vieja, gorda y fea. Realmente necesito que me digas algo bonito...

El marido respondió:

-¡De la vista estás estupendamente!



Viaje a Australia

Llegó la mujer a casa y el marido estaba preparando una maleta. Ella preguntó:

-¿Qué estás haciendo?

-Estoy preparando una maleta.

-¿Y para qué?

-Para irme a Australia.

-¿Y para qué?

-Dicen que allí pagan 100 dólares por cada relación sexual.

La mujer, entonces, también se puso a preparar una maleta. Él preguntó:

-¿Qué estás haciendo?

-Estoy preparando una maleta.

-¿Y para qué?

-Para irme a Australia.

-¿Y para qué?

-Para ayudarte. ¡No creo que consigas sobrevivir con 100 dólares al mes!



Las estatuas

En el parque de María Luisa había dos estatuas de un hombre y una mujer y llevaban muchos años una enfrente de la otra. Una mañana se les apareció un ángel y les dijo:

-Como habéis sido unas estatuas ejemplares y habéis deleitado a mucha gente, voy a concederos lo que más ansiáis: la vida. Tenéis treinta minutos para hacer todo lo que queráis.

Al mover el ángel una mano, las dos estatuas cobraron vida. Las dos se miraron, sonrieron y corrieron detrás de unos arbustos. A los quince minutos, las dos estatuas salieron de los arbustos con las caras llenas de satisfacción.

-Todavía os quedan quince minutos. ¿Queréis continuar?

La estatua hombre miró a la estatua mujer y le dijo:

-¿Quieres volver a hacerlo?

-¡Claro que sí! -dijo la estatua mujer, sonriendo-. Pero esta vez tú agarras la paloma y yo me cago encima de ella.



Ex-novia borracha

Mi mujer y yo estábamos sentados en una mesa del bar. Yo me estaba fijando en una chica borracha que estaba sola en una mesa próxima y que balanceaba su copa en mi dirección. Mi mujer preguntó:

-¿La conoces?

-Sí -dije yo-. Ella es una antigua novia mía. Empezó a beber después de separarnos, hace ya bastantes años y, por lo que sé, nunca más ha vuelto a estar sobria.

-¡Dios mío! -contestó mi mujer-, ¡nunca pensé que alguien pudiese celebrar algo durante tanto tiempo!



La reencarnación

Dos campesinos, Juan y María, mientras se preparaban para ir al campo a realizar sus tareas, mantenían la siguiente conversación:

-Oye, Juan, ¿cómo es eso de la reencarnación?

-A ver, María, súbete a la burra, aquí junto a mí, y por el camino te lo explico.

Una vez en camino, cabalgando ya los dos sobre la burra, Juan le dijo:

-Mira, María, ¿ves aquella vaca? Esa puede ser tu tía Gertrudis en su nueva vida.

A continuación le dijo:

-Mira, ¿ves esos puercos que están allí, en el lodo? Pueden ser tu tío José y tu hermano Remigio, los que se ahogaron en el río.

María comenzaba a estar enfadada con las explicaciones de Juan.

-Mira, María, ¿y ves aquel perro roñoso? Ese puede ser tu primo Cipriano.

De repente, María comenzó a sollozar y Juan, sorprendido, le preguntó por qué lloraba.

-¡Ay, Juan, me siento muy triste!

-¿Pero por qué, María?

-¡Porque seguramente hemos venido montados en tu puta madre!



El marido de Doña Leonor

Doña Leonor le dijo a su vecina:

-¡Mi marido es tonto! Hace un buen rato lo mandé a comprar una barra de pan y aún no ha vuento. ¿Qué te apuestas a que vuelve sin ella?

En ese momento llegó el esposo de doña Leonor, con una sonrisa de oreja a oreja.

-¡No te vas a creer lo que me ha pasado! Al bajar las escaleras me encontré con la vecina del segundo, esa mujer joven de enormes pechos y con un trasero que corta la respiración. Sin decir palabar, me agarró de la corbata y me introdujo en su piso. Me llevó hasta su habitación, me tiró sobre la cama, se desnudó por completo y me excitó de tal manera que sentí renacer en mí sensaciones olvidadas por completo. Le hice el amor tres veces seguidas, hasta saciarla por completo. Luego me vistió y me acompañó hasta la puerta, regalándome cientos de caricias. ¡Aún no me lo puedo creer, me siento en una nube!

Doña Leonor, volviéndose hacia su vecina, exclamó:

-¿Qué te dije? ¡Al tonto se le olvidó el pan!



Rescátame

Una pareja caminaba por la orilla del mar cuando la mujer preguntó:

-Mi amor, ¿si yo me tirara al agua tú saltarías a rescatarme?

-Si te digo que sí, ¿te tiras?



Remedio para el colesterol


Cuando ella regresó del médico, el marido, preocupado, le preguntó:

-Cariño, ¿qué te ha dicho el médico?

Ella respondió:

-A partir de hoy, no tendremos más relaciones sexuales. El médico me ha prohibido terminantemente las grasas.



Juegos de cartas

Dos parejas estaban jugando a la baraja. A Jorge se le cayeron unas cartas al suelo y, cuando se agachó para recogerlas, observó que la mujer de Pablo no usaba ropa interior y había abierto provocativamente sus piernas para que él la viera sin problemas. Algo incómodo, Jorge se golpeó la cabeza con la mesa y se levantó con cierto rubor en su rostro. Más tarde, Jorge fue a la cocina a buscar una cerveza y la mujer de Pablo lo siguió. Al llegar junto a él, le preguntó:

-¿Viste algo interesante debajo de la mesa?

Jorge admitió que sí, y ella continuó:

-¡Puede ser tuyo por sólo 500 euros!

Jorge se lo pensó sólo un momento y admitió estar interesado. Quedaron en encontrarse el viernes siguiente a las cuatro, cuando Pablo estuviera en la oficina.

Ese viernes, Jorge fue a casa de Pablo y, después de una sesión de sexo como hacía mucho tiempo no tenía, le pagó a la mujer los 500 euros acordados. Un rato después llegó Pablo y le preguntó a su mujer:

-¿Estuvo Jorge aquí esta tarde?

La mujer, un tanto sorprendida y asustada, respondió que sí.

-¿Y te dio 500 euros?

Ella pensó que él lo sabía todo y, temerosa, dijo:

-Sí, me los dio... ¿Por qué...?

-¡Ah, qué bien! -respondió Pablo-. Porque pasó por mi oficina esta mañana y me pidió 500 euros prestados. Me dijo que me los devolvería esta tarde al pasar por casa y que te los dejaría a ti si yo no estaba...



Madre de seis

Baltasar tenía seis hijos y estaba muy orgulloso de ello. Tan orgulloso estaba de sí mismo que comenzó a llamar a su esposa "madre de seis", aún sabiendo que a ella le molestaba que la llamara así.

Una noche Baltasar y su esposa fueron a una fiesta. Cuando llegó la hora de marcharse, él quiso saber si su esposa estaba lista para irse también, así que gritó con todas sus fuerzas:

-¿Nos vamos a casa, "madre de seis"?

Ella, irritada por la indiscreción de su esposo, le contestó gritando también:

-Cuando quieras, "padre de cuatro".



Recompensa inesperada

El hombre despertó aquella mañana con una tremenda resaca. La noche anterior se había corrido una enorme juerga fuera de casa. Bebió como un cosaco, ni siquiera se acordaba de cómo había regresado a su casa. Preso de un dolor de cabeza lacerante, doloridos todos los músculos del cuerpo, la garganta reseca, con un sabor en la boca a cobre y vinagre, tenía miedo aún de abrir los ojos, pues le esperaba, estaba seguro, la bronca de su mujer.

Abrió los ojos como pudo, y lo que vio lo descolocó. Sobre la mesita de noche había una pequeña nevera, llena de cubitos de hielo, con un par de cervezas bien frías. Al lado, había un par de Alka-Seltzers y un vaso de agua. Al lado del vaso había un sobrecito perfumado. El hombre, anonadado, abrió el sobre y en su interior halló una nota que decía: "Amor mío, vida de mi vida: perdona que no esté aquí para atenderte. Salí un momento, pero regresaré pronto para estar contigo. Te he dejado estas cosas sobre la mesita para que alivies el malestar que quizás sientas después de la borrachera de anoche. Te he preparado un caldito como a ti te gusta, pollo y res, que te espera en el comedor. Le pedí a nuestro hijo que te lo sirva y que esté pendiente de ti. Te dejo un beso con todo mi amor. Tu esposa que te adora".

El hombre no daba crédito a sus ojos. Bebió con deleite las dos cervezas bien frías, se bañó, se vistió y bajó al comedor. Ahí, en efecto, lo esperaba su hijo, que lo saludó con cariño y le sirvió el caldo preparado por su madre. Se lo tomó en silencio, mientra pensaba: "¿Qué esta sucediendo aquí? ¿Estaré soñando? ¿Será todo esto una vana ilusión de los sentidos?". Entonces se atrevió a preguntar, con timidez:

-¿Qué pasó anoche, hijo?

-Llegaste a las tres de la mañana, y venías en completo estado de ebriedad. Estrellaste el coche en la puerta del garaje, le diste una patada al gato, vomitaste en el salón y arruinaste la alfombra que mamá acababa de comprar, orinaste en la maceta. Luego te caíste en la escalera y ahí te quedaste, sin sentido. Tuvo que despertarme mamá para que la ayudara a llevarte a la cama.

-Y entonces, ¿por qué todo esto? ¿Por qué las cervecitas, la cariñosa nota, el estupendo caldito y todas estas atenciones?

Respondió el muchacho:

-Porque mamá te iba a desvestir en la cama y, cuando empezó a bajarte los pantalones, tu dijiste:

-¡Quieta, cabrona! ¡Que soy un hombre casado!



En la cama tampoco sirves

El esposo, de profesión médico, y la esposa se pelearon a la hora del desayuno. Él, furioso, se puso en pie y le dijo:

-Y, por cierto, ¡que sepas que en la cama tampoco sirves!

Dicho esto, dio un portazo y se fue al trabajo. Al cabo de un rato, recapacitó sobre lo grosero que había sido y decidió intentar arreglar las cosas, así que llamó a su casa. Ella no cogió el teléfono hasta que hubo sonado varias veces. El esposo, muy irritado por la espera, le preguntó:

-¿Por qué has tardado tanto en contestar al teléfono?

Ella dijo:

-Estaba en la cama.

-¿En la cama tan temprano? ¿Qué estabas haciendo?

-Buscando una segunda opinión.



Clases de canto

Una pareja de recién casados acababa de mudarse a un nuevo barrio. A las dos semanas, la chica se inscribió en un curso de canto. Siempre que ella empezaba a ensayar, el esposo salía a la calle y se sentabe enfrente de la entrada a la casa. Allí esperaba a que su esposa finalizara. Extrañada, un día ella le preguntó:

-Mi amor, ¿por qué cuando yo canto tú sales a sentarte frente a la entrada de la casa?

-Mi cielo, es que no quiero que los vecinos piensen que te estoy pegando.



Espantosa pesadilla

La pareja dormía profundamente cuando, de improviso, él comenzó a gritar desesperadamente. Ella se despertó, asustada, y encendió la luz. Su marido estaba sentado en la cama, bañado en un sudor frío, con los cabellos erizados y los ojos a punto de salirse de sus órbitas.

-¿Qué te pasa? -preguntó ella-.

-Tuve una espantosa pesadilla.

-¿Qué soñaste?

-Soñé que Angelina Jolie, Cameron Diaz, Salma Hayek y tú os estabais peleando por mí.

La mujer, confusa, le dijo:

-¿Y dónde está la pesadilla?

Sin dejar de temblar, respondió él:

-¡Ganaste tú!



Adulterio clerical

El marido llegó a casa y sorprendió a su mujer yaciendo en el lecho conyugal con un desconocido. Desconocido para él, que no para ella, pues ésta no cesaba de dirigirse a él, empleando para ello la familiaridad del tuteo: "¡Sigue, sigue, dale, dale, no pares!". Al lado de la cama, sobre una silla, estaba la ropa de él: un traje negro, una camisa blanca y un alzacuello, por lo que el avispado marido dedujo que se trataba de un clérigo. Al verse sorprendido, el fogoso amante saltó de la cama y, avergonzado, se dirigió al cornudo marido en estos términos:

-Keiner ist ohne Fehler. Die Liebe ist blind.

Esta alemana frase, que traducida al castellano vendría a significar "Nadie está libre de defectos. El amor es ciego", fue la única pronuncidad por el clérigo, quien acto seguido tomó sus ropas y comenzó a vestirse. El marido se giró hacia su mujer y, furioso, le preguntó:

-¿Qué siginifica esto?

-Tendrás que buscarte un traductor. Desconozco por completo la lengua germánica.

-¡No me refiero a eso, zorra miserable! Lo que quiero saber es quién es este individuo.

-¿Ya no te acuerdas? -respondió ella con una leve sonrisa-. Te dije que quería comprarme un perro chihuahua, pero tú me aconsejaste que sería mejor un pastor alemán.



Unas gafas para la novia

Un amigo mío se fue a Madrid en viaje de trabajo, sabiendo que su novia necesitaba unas gafas para la vista, y encontrando la ocasión de comprarle unas muy bonitas y baratas entró en una óptica. Después de ver unas cuantas se decidió por unas y se las compró. La dependienta se las envolvió y pagó la cuenta pero, al marcharse, en lugar de coger el paquete con las gafas cogió otro muy parecido que había al lado. El paquete contenía unas bragas que una clienta de la óptica acababa de comprarse en una corsetería. Mi amigo, que no se dio cuenta de la equivocación, se fue directamente a correos y le envió el paquete a su novia, junto con una carta. La novia, al recibirlo, se quedó extrañadísima con el contenido, así que abrió la carta y leyó:

"Querida Marta:

Espero que te guste el regalo que te envío, sobre todo por la falta que te hacen, ya que llevas mucho tiempo llevando las mismas y éstas son cosas que se deben cambiar de vez en cuando. Espero haber acertado con el modelo. La dependienta me dijo que era la última moda, de hecho me enseñó las suyas y eran iguales.

Yo, para comprobar si eran ligeras, las cogí y me las probé allí mismo. No sabes cómo se rio la dependienta, porque esos modelos femeninos en los hombres quedan muy graciosos, y más a mí, que sabes que tengo unos rasgos muy prominentes. Una chica que había allí me ayudó también a decidir. Me las pidió, se quitó las suyas y se las puso para que yo pudiera ver el efecto. A esta chica le lucían menos que a la dependienta, porque el pelo se las tapaba un poco por los lados, pero aún así me pareció que le favorecían muchísimo.

Finalmente me decidí y te las compré. Póntelas y se las enseñas a tus padres, hermanos y, en fin, a todo el mundo, a ver qué dicen. Al principio te sentirás rara, acostumbrada a ir con las viejas, y últimamente a no llevar ningunas, pero sobre todo mira que no te estén pequeñas, que si no te van a dejar señal cuando te las quites.

¡Ah! Y ten cuidado también de que no te estén grandes, no sea que se te caigan cuando vayas andando. Para que te sean útiles y resulten más bonitas me han aconsejado que las limpies muy a menudo. Igualmente me recomendaron que tengas cuidado con los roces porque se acaban estropeando. Llévalas con cuidado y, sobre todo, no vayas a dejártelas por ahí y las pierdas, que tú tienes la costumbre de quitártelas en cualquier parte.

En fin, para qué te voy a decir más. Estoy deseando vértelas puestas. Creo que éste es el mejor regalo que podía hacerte. Un beso de tu Carlos."



Yo también te...

La muchacha le dijo a su novio:

-Cariño, te voy a decir dos palabritas que nos unirán para toda la vida.

Preguntó el, emocionado:

-¿Qué palabritas son esas, mi vida?

La chica le murmuró al oído:

-Estoy embarazada.



Suerte


Mi esposa tiene una suerte extraordinaria. Hace pocos días se encontró tirado en la calle un abrigo de visón que, por una notable casualidad, tenía sus iniciales bordadas en el forro. Más tarde ganó en una rifa un coche descapotable último modelo. Anteayer encontró en un cubo de basura un collar de perlas auténticas y un anillo de brillantes. ¡Es impresionante! En cambio yo no tengo ninguna suerte. Bien es cierto que ayer encontré en un cajón de nuestra habitación un pijama casi nuevo, pero me queda demasiado grande...


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