miércoles

Chistes de Amigos (2)

Fiesta de bienvenida

Después de veinte años dedicado a las finanzas, Fernando decidió cambiar de vida. Hizo las maletas y se fue a vivir a la montaña, en completa soledad, lejos del mundanal ruido. Compró un par de hectáreas de bosque e hizo una cabaña con sus propias manos. Al cabo de dos meses de vida en la más completa soledad, un día alguien llamó a la puerta de su cabaña. Se trataba de un fornido leñador, que se presentó de esta manera:

-Tal vez usted pensaba que vivía solo en este bosque, pero también yo vivo aquí. Y vengo a invitarle a una fiesta de bienvenida.

Después de meses de soledad, Fernando sentía ya fuertes deseos de compañía humana.

-Gracias -dijo al leñador-. Con mucho gusto iré.

-Quiero advertirle que en esa fiesta seguramente se beberá mucho.

-Estoy acostumbrado a eso -replicó Fernando-.

-También podría haber alguna pelea a puñetazos.

-Procuraré defenderme lo mejor posible.

-Y quizá haya algo de sexo, sexo violento.

-Tampoco eso me asusta.

Antes de despedirse, Fernando preguntó al leñador:

-¿Qué ropa debo llevar a esa fiesta?

Guiñando un ojo, el leñador respondió:

-La que quieras. Nada más vamos a ser tú y yo...



Desilusión

-Chica, la verdad es que esto del matrimonio no es lo que esperaba, estoy muy desilusionada...

-¿Por qué lo dices?

-¿Quieres cree que, desde dos noches antes de la boda, Paco no me ha vuelto a hacer el amor?

-¡Eso es horrible! Deberías pedirle a Paco el divorcio inmediatamente.

-¡Pero si Paco no es mi marido...!



Noche nupcial

Dos recién casadas comentaban sus experiencias de la noche nupcial.

-Mi marido estuvo conduciendo todo el día -relató una-. Cuando llegamos al hotel se tiró en la cama y se durmió al segundo.

Dijo la otra:

-El mío también estuvo conduciendo todo el día -comentó la otra-. Pero él se durmió al tercero.



Acuerdo empresarial

El hombre fue a ver a su amigo el quiosquero y le pidió que le prestase 100 euros.

-No puedo -dijo el quiosquero-, tengo un trato con el banco.

-¿Y qué trato es ese?

-Yo no presto dinero y ellos no venden cigarrillos.



La máquina de la verdad

Dos amigos estaban viendo en la televisión una película sobre juicios y abogados. Uno de ellos comentó:

-Nunca he creído en la eficacia de esas máquinas detectoras de mentiras.

-Yo sí -manifestó el otro-. ¡Llevo quince años casado con una de ellas!



Cena de amigos

Un grupo de amigos cuarentones se reunieron para elegir el sitio donde iban a ir a cenar todos juntos. Finalmente se pusieron de acuerdo en cenar en el restaurante del Café Central, porque las camareras eran guapas y llevaban minifaldas y escotes generosos.

Diez años después, los mismos amigos, ya cincuentones, se reunieron de nuevo para elegir el restaurante al que ir a cenar. Finalmente se pusieron de acuerdo en cenar en el restaurante del Café Central, porque el menú era muy bueno y tenían una magnífica carta de vinos.

Diez años más tarde, los mismos amigos, ya sesentones, se reunieron nuevamente para elegir el restaurante donde ir a cenar. Finalmente se pusieron de acuerdo en cenar en el restaurante del Café Central, porque era un sitio tranquilo, sin ruidos y con un salón para no fumadores.

Diez años después, los mismos amigos, ya setentones, se reunieron otra vez para elegir el restaurante donde ir a cenar. Finalmente se pusieron de acuerdo en cenar en el restaurante del Café Central, porque el restaurante tenía acceso para sillas de ruedas e incluso había ascensor.

Diez años más tarde, los mismos amigos, ya octogenarios, se reunieron de nuevo para elegir el restaurante donde ir a cenar. Finalmente se pusieron de acuerdo en cenar en el restaurante del Café Central, y todos coincidieron en que era una excelente idea porque nunca habían cenado allí.



Las pulgas

Una pulga, muy bronceada, estaba tomando el sol en la playa, cuando vio que se acercaba una pulga amiga, muerta de frío.

-¿Qué te ha pasado, que vienes muerta de frío?

-Te cuento: como quería venir a la playa, me subí en el bigote de un motociclista; venía a 200 kilómetro por hora, y me hizo pasar un frío terrible.

-¡Tú tienes que hacer como yo! Te escondes en el baño de mujeres y, cuando entre una, te subes a la ropa interior. Viajarás calentita y segura todo el tiempo.

El fin de semana siguiente se volvieron a encontrar las pulgas en la playa, y la misma escena se repitió: una pulga estaba muy bronceada y la otra se moría de frío.

-¿No seguiste mi recomendación?

-¡Claro que sí! Me fuí al baño de mujeres y entraban una tras otra, hasta que, por fin, una se bajó la ropa interior. Me subí, me acomodé y ahí mismo me sentí calentita y me quedé dormida.

-¿Y entonces qué te pasó?

-¡No lo sé! Cuando me desperté estaba otra vez en el bigote del motociclista, viajando a 200 kilómetros por hora...



El truco de la salchicha


Dos amigos querían salir de fiesta un sábado por la noche, pero no tenían más que un euro. A uno de ellos se le ocurrió una brillante idea:

-¡Se me acaba de ocurrir algo! ¡Espera aquí!

Se dirigió a una charcutería y compró una salchicha con el euro que tenían.

-¿Estás loco? -dijo su amigo-. ¡Ahora ya no tenemos nada!

-No te preocupes, tú déjame a mí.

Entraron en un bar y pidieron dos cervezas. Cuando se las acabaron, el que compró la salchicha le dijo al otro:

-Ahora te explico el truco: abro mi bragueta, deslizo discretamente la salchicha por ella, tú te arrodillas ante mí y chupas la salchicha. ¡No falla nunca!

Así lo hicieron y, cuando el amigo comenzó a chupar la salchicha, el dueño del bar, rojo de ira, les gritó:

-¡Degenerados! ¿Qué estáis haciendo? ¡Fuera de aquí ahora mismo!

De ese modo se fueron del bar sin pagar. Viendo que el truco funcionaba, lo repitieron en varios bares más. Cuando iban por el decimoquinto, con varios litros de cerveza bebidos cada uno, dijo uno de ellos:

-Oye, vamos a dejarlo, que ya no puedo más. ¡Me duelen mucho las rodillas!

El otro respondió:

-¡Yo tampoco puedo más! ¡Y encima perdí la salchicha en el tercer o cuarto bar...!




¿Quién manda en casa?


Tres amigos estaban conversando en un bar sobre sus esposas. El primero de ellos dijo:

-Anoche le dije a mi mujer que en casa yo era quien mandaba. Ella no estuvo de acuerdo, así que nos sentamos a hablar y decidimos tomar las decisiones entre los dos.

El segundo dijo:

-Pues yo anoche le dije a mi mujer que en casa yo era quien mandaba. Ella no estuvo de acuerdo, empezó a gritarme hasta que me cansé y le dije que hiciera lo que quisiera.

El tercero se quedó en silencio, hasta que los otros le preguntaron:

-¿Tú no tienes problemas con tu mujer?

-Bueno, anoche le dije a mi mujer que en casa yo era quien mandaba. Ella no estuvo de acuerdo, pero en media hora ya la tenía caminando a gatas por la casa.

Los otros do estaban asombrados.

-¿Y entonces qué pasó?

-Bueno..., entonces ella gritó: "¡Sal de debajo de la cama y pelea como un hombre!"




No me des esos sustos


Se estaba jugando una partida de cartas en el casino cuando un hombre entró corriendo y le gritó a uno de los jugadores:

-¡Juan, corre, que tu mujer se está acostando con otro!

Juan se levantó y salió corriendo. A los diez minutos ya estaba de vuelta:

-¡Coño, Manolo, me habías "asustao"! Es el mismo de siempre...





Boda aburrida


En una boda, el novio le comentó al padrino:

-Esto de casarse me parece a mí que va a ser muy aburrido. Para que te hagas una idea: me he acostado con todas las mujeres de esta iglesia, excepto mi madre y mi hermana.

-Bueno..., tampoco te has perdido gran cosa...




Coincidencias


Un criador de gallinas fue al bar local, se sentó al lado de una mujer y pidió una copa de champaña. La mujer comentó:

-¿Qué tal? Yo también pedí una copa de champaña.

-¡Qué coincidencia! -dijo el criador-. Hoy es un día muy especial para mí, así es que estoy de celebración.

-¡Para mí también hoy es un día muy especial! -dijo la mujer-. Yo también estoy de celebración.

-¡Qué coincidencia!

Mientras estaban brindando, él preguntó:

-¿Y qué es lo que está celebrando?

-Mi marido y yo hacía tiempo que intentábamos tener un hijo y hoy mi ginecólogo me dijo que estoy embarazada.

-¡Qué coincidencia! Yo soy criador de gallinas y durante años mis gallinas no eran fértiles. Pero hoy están todas poniendo huevos fertilizados.

-¡Eso es estupendo! ¿Y qué hizo para que las gallinas quedaran fértiles?

-Usé un gallo diferente -contestó él-.

La mujer sonrió, brindó nuevamente y dijo:

-¡Pero qué coincidencia!




Sorprendido ladrón


-¡Chico! ¿Qué té pasa que vas tan magullado? -preguntó un ladrón a su colega-.

-Pues mira, que anoche entré en una casa a oscuras y la mujer la emprendió conmigo a golpes, patadas, arañazos... hasta que encendió la luz.

-¿Hasta que encendió la luz?

-Sí. Entonces me dijo: "¡Huy, perdone! ¡Lo había confundido con mi marido!"




Agobiado por las deudas


Un hombre, agobiado por las deudas, decidió acabar con su desdichada vida lanzándose por la borda del yate de su compadre, con una enorme piedra atada al cuello:

-¡Adios, mi compadre, te voy a echar de menos! -le dijo, entre sollozos, mientras el otro se lanzaba al mar-.

Aún el compadre no se había recuperado del dolor y la impresión cuando, repentinamente, una mano que salía del agua le pedía desesperadamente ayuda:

-¡Sácame rápido, compadre! ¡Sácame rápido!

-¡Menos mal que te arrepentiste, compadre! -dijo el otro mientras rescataba al suicida-.

-¿Arrepentirme? ¡Lo que pasa es que allá abajo hay un buzo al que le debo 500 euros!




Biografía de un pirata


Un marinero y un pirata se encontraron en un bar y empezaron a contarse sus aventuras en los mares. El marinero notó que el pirata tenía una pata de palo, un gancho en la mano y un parche en el ojo, así que le preguntó:

-¿Y cómo terminaste con esa pata de palo?

El pirata le respondió:

-Estábamos en medio de una tormenta y una ola me tiró al mar, caí entre un montón de tiburones. Mientras mis amigos me subían, un tiburón me arrancó la pierna de un mordisco.

-¡Wow! -replicó el marinero-. ¿Y qué te pasó en la mano? ¿Por qué tienes ese gancho?

-¿Esto? Estábamos abordando un barco enemigo y, mientras luchábamos con nuestras espadas contra los otros marineros, un enemigo me cortó la mano.

-¡Increíble! ¿Y qué te pasó en el ojo?

-Bueno, una paloma que pasó por encima de mí arrojó su excremento y me cayó en el ojo...

-¿Perdiste el ojo por un excremento de paloma? -replicó, incrédulo, el marinero-.

-Verás -dijo el pirata-, era mi primer día con el gancho.




¡Menuda fiesta!

Dos amigas salieron de fiesta solas, sin sus maridos. Al regreso, de madrugada, agotadas por la borrachera, les entraron ganas de hacer pis, pero lo único que había cerca de donde estaban era un cementerio. Como no aguantaban más, decidieron hacerlo allí. La primera no encontró con qué secarse, así que se limpió con su ropa interior y la tiró. La segunda tampoco encontró con qué, así que agarró la cinta de una corona de flores perteneciente a un reciente funeral y se limpió con ella.

A la mañana siguiente, los maridos se llamaron. Uno de ellos le dijo al otro:

-¡Esto es el colmo! ¡Estoy hasta las narices de las salidas de estas dos! Pero esto se va a acabar. ¡Imagínate! ¡Llegar a casa a las 4 de la madrugada, y sin bragas!

El otro marido contestó:

-Tienes suerte, no sé de qué te quejas. Mi mujer llegó a casa con una tarjeta en el culo que decía: "Nunca te olvidaremos. Con cariño: tus compañeros de trabajo".



Cosas de vampiros


Un vampiro llegó con la boca rebosante de sangre a donde estaba otro vampiro, y éste último le dijo:

-¡Oye, dime dónde conseguiste toda esa rica sangre!

El primero respondió:

-¡Te lo diré! ¿Tú ves ese muro de cemento armado que está allí?

-Sí.

-¡Pues yo no lo vi!



Hugo y el peluquero


Hugo estaba cortándose el pelo en una peluquería días antes de hacer un viaje a Roma. Le mencionó el viaje al peluquero, quien le dijo:

-¿A Roma? ¿Por qué querría ir alguien a Roma? Siempre está lleno de italianos que apestan. ¡Estás loco si vas Roma! ¿Y en qué te vas a ir?

-Voy por Alitalia -respondió Hugo-. Aprovechamos una gran oferta.

-¿Por Alitalia? -exclamó el peluquero-. ¡Esa mierda de aerolínea! Sus aviones son viejos, sus azafatas feas y siempre llegan tarde. ¿Y dónde te vas a quedar en Roma?

-Vamos a estar en el Hotel Internacional Marriot.

-¿Esa mierda de hotel? ¡Todo el mundo sabe que es el peor hotel de la ciudad! Las habitaciones son chicas, el servicio es malo y encima son caros. ¿Y qué vas a hacer cuando estés por allí?

-Voy a ir al Vaticano y espero ver al Papa.

-¡Esa sí que es buena!-se rió burlonamente el peluquero-. Tú y un millón de personas más tratando de verlo. ¡Lo vas va a ver del tamaño de una hormiga! Pero de todas maneras te deseo mucha suerte en tu viaje. ¡La vas a necesitar!

Pasó un mes y Hugo volvió a la misma peluquería para un corte de pelo. El peluquero le preguntó acerca de su viaje a Roma.

-Fue maravilloso -dijo Hugo-. No solamente llegamos a tiempo en uno de los aviones nuevos de Alitalia, sino que había "overbooking" y nos pasaron a primera clase. La comida y el vino estuvieron deliciosos y tuvimos una azafata preciosa que nos atendió como a reyes. Y el hotel fue fantástico. Justo acababan de terminar un trabajo de remodelación de 25 millones de euros y ahora es el mejor hotel de Europa. Ellos también tenían "overbooking", de modo que se disculparon hospedándonos en la suite presidencial, ¡sin cargos extra!

-¡Bueno! -exclamó sin mucho entusiasmo el peluquero-, pero supongo que no pudiste ver al Papa.

-La verdad es que fuimos muy afortunados, porque mientras paseaba en el Vaticano un guardia suizo me dio unos golpecitos en el hombro y me explicó que al Papa le gusta conocer personalmente a algunos visitantes. Me invitó cordialmente a seguirlo para llevarme a las habitaciones privadas del Santo Padre, donde en persona nos recibiría. ¡Cinco minutos más tarde, el Papa entró por la puerta y estrechó mi mano! ¡Incluso me dirigió algunas palabras!

-¿De veras? -dijo el peluquero, conmovido-. ¿Y qué te dijo?

-Me dijo: "Hijo mío, ¿dónde coño te cortaste el pelo?"



Dale la vuelta


Un agricultor le dijo un día a su amigo:

-Tengo un árbol frutal que tiene el sabor de cuatro frutas diferentes.

-Eso no puede ser cierto, es completamente imposible.

Así que se fueron a la finca a probar el fruto. Una vez allí, el amigo mordió un fruto y exclamó:

-¡Esto sólo sabe a melocotón!

-¡Dale la vuelta, dale la vuelta! -insistió el agricultor-.

Le dió la vuelta y el amigo dijo, asombrado:

-¡Caramba, pero esto es magnifico, también sabe a piña!

-¡Dale la vuelta, dale la vuelta!

-¡Esto es impresionante, ahora tiene el sabor del melón!

-¡Pues dale otra vuelta y verás!

Le dió otra vuelta y el amigo quedó estupefacto:

-¡Pero si esto es una bomba, sabe a mandarina! ¡Tienes que patentar este frutal!

Al cabo de unos meses se encontraron de nuevo, y el agricultor le dijo al amigo:

-Ahora tengo una fruta que tiene el sabor de las mujeres.

-¡Eso si que es imposible, no puede existir esa fruta!

De modo que fueron a la finca y el amigo cogió una fruta del árbol.

-¡Aaahhjj! ¡Pero si esto sabe a mierda!

-¡Pues dale la vuelta, dale la vuelta!

No hay comentarios:

Publicar un comentario