jueves

Chistes de Médicos (3)

Paciente vergonzosa

-Vamos, señorita, desnúdese, que tengo que examinarla.

-Pero, doctor..., ¡es que me da vergüenza!

-Tranquila, mujer. Apagaré la luz.

-Está bien. ¿Y dónde pongo la ropa, doctor?

-Póngala aquí..., junto a la mía.



Remedios para el asma

El asmático subió con dificultad los cinco pisos, llamó a la puerta y, cuando le abrieron, dijo:

-Doctor, sufro mucho por el asma, ¿qué me recomienda?

-Eso es fácil: no fume, no beba, descanse y cómprese unas gafas.

-Lo de no fumar, no beber y descansar lo entiendo. ¿Pero qué tienen que ver las gafas con el asma?

-Son para que encuentre el piso del doctor, que está abajo. ¡Yo soy su vecino!



Píldoras anticonceptivas

-Doctor, vengo a que me recete píldoras para no quedar embarazada.

-Pero, señora..., usted tiene 75 años, ¿cómo espera quedarse embarazada?

-No, doctor, no es para eso, es que las píldoras me ayudan a dormir tranquilita.

-¿De verdad? ¿Duerme usted mejor con la píldora?

-¡Claro que sí, doctor! Las píldoras se las pongo a mi nieta de quince años en la coca-cola sin que ella se de cuenta, y no vea usted lo tranquila que duermo toda la noche...



Jesús en la Seguridad Social

Varios médicos de un hospital de la Seguridad Social enfermaron súbitamente y faltaron al trabajo. El médico de guardia estaba desesperado, con decenas de pacientes esperando ser atendidos. Para su sorpresa, Jesucristo apareció ante él y le dijo que, dadas las circunstancias, él se encargaría de los enfermos más graves.

Minutos más tarde, un hombre fue atropellado en la misma puertas del hospital y fue trasladado al interior con múltiples heridas y fracturas, en un estado muy grave. Jesucristo constató que el hombre no sobreviviría y resolvió recurrir a un milagro. Le dijo "Levántate y anda" y el accidentado sanó por completo, se puso de pie y salió del hospital como nuevo. Fuera, un grupo de gente que había sido testigo del accidente lo abordó:

-¿Qué te hicieron? -le preguntaron-.

-Lo de siempre en estos hospitales de la Seguridad Social. ¡Ni una puta radiografía!



Los gases de la viejita

Una ancianita llegó a la consulta del médico:

-Doctor, tengo un problema con los gases, pero realmente esto no me molesta mucho. Mis flatulencias nunca huelen y son siempre silenciosas. De hecho, me he tirado unos 20 peditos por lo menos desde que estoy aquí en su consulta. Usted no se había enterado de mis gases porque no huelen y son silenciosos.

El doctor respondió:

-Entiendo. Tome estas píldoras y regrese a verme la semana que viene.

La semana siguiente la ancianita regresó:

-Doctor, no sé qué diablos me dio, pero ahora mis peditos, aunque silenciosos, huelen terrible. ¡Apestan!

-¡Qué bien! -respondió el doctor-. Y ahora, una vez que hemos curado su sinusitis, vamos a trabajar sobre su sordera.



Desconsolado


La esposa visitó al esposo enfermo en el hospital y lo notó algo preocupado.

-¿Qué te pasa? ¿Te veo preocupado?

-Es que me van a operar, y la enfermera se pasó toda la noche diciendo "no se preocupe, nada malo va a pasar, siempre hay una primera vez, las cosas malas que le han pasado antes no se repetirán en esta cirugía".

-Bueno, deberías agradecerle que se pasara la noche consolándote.

-¡Es que no me le decía a mí, sino al médico que me va a operar!




Prescripción facultativa


En la consulta del médico:

-Señora, lamento tener que informarle de que, después de comprobar todos sus análisis, usted no podrá tener relaciones sexuales con su marido al menos durante un año. ¿Cree usted que podrá aguantar?

-¡Claro que sí, doctor! ¡Usted ni se imagina la cantidad de buenos amigos que tengo!




Sexo con pacientes


Un médico se encontraba sentado en el sillón de su consultorio, después de haber tenido sexo con su paciente. Pensando en lo que había hecho, su conciencia le repetía:

-¿Pero cómo pudiste hacer algo así? ¡Qué vergüenza! ¡Qué falta de ética profesional! ¡Dios mío...!

Al rato de estar culpabilizándose por sus actos, observó que sobre su hombro derecho había aparecido un diablillo, que le dijo:

-¡Escúchame! ¡No seas tonto! Hay una cantidad enorme de médicos que practican sexo con sus pacientes. ¿Acaso piensas que eres el único? Hazme caso, es lo más natural del mundo.

El médico, convencido, comenzó a sentirse mejor. "Es cierto, no he hecho nada malo", pensó. Mientras tanto, se dio cuenta que en su hombro izquierdo había aparecido un angelito, que le dijo al oído:

-¡Recuerda que eres veterinario, capullo! ¡Ve-te-ri-na-rio! ¡No lo olvides...!




Llamada al veterinario


De madrugada, la señora se despertó por el ruido que estaba produciendo su perro en el garaje. El perrito estaba montando a una perrita de una forma muy ruidosa. A pesar de la hora, la mujer no sabía qué hacer y decidió llamar al veterinario. El teléfono sonó cuatro o cinco veces, y finalmente alguien contestó:

-¿Diga?

-Doctor, mi perro y una perra están como locos en el garaje, les grito y les grito pero no los puedo separar. ¿Qué puedo hacer para que se separen?

-Es muy sencillo -contestó el veterinario-, saque el teléfono al garaje, que quede cerca de los dos perros, y yo haré una llamda.

-Doctor... ¿y a usted le parece que eso va a funcionar?

-¡Claro que sí! Si ha funcionado comingo, ¿por qué no va a funcionar con ellos?




El paciente galante

El doctor fue a visitar a su paciente, que se revolvía en la cama víctima de una elevada fiebre:

-¡Ay, esposa mía! -decía el enfermo-, ¡mi bella esposa, hermosa mujer, guapa compañera, tan linda, tan bonita!

El médico se giró hacia la señora, la miró de arriba a abajo y le preguntó:

-Dígame, señora: ¿cuánto tiempo lleva el enfermo delirando?




Problemas con el alcohol


Una muchacha le hablaba a su psicólogo sobre sus problemas relacionados con la bebida:

-Tal como le cuento, doctor, mi problema tiene que ver con el alcohol. Siempre que tomo un par de copas me entran unas ganas irresistibles de hacer el amor con el primer hombre que se me cruza.

El psicólogo respondió:

-Vaya, el asunto parece delicado. ¿Qué tal si nos tomamos un par de copas, se relaja y lo discutimos?




En la consulta médica


Manolo fue a la consulta del médico, visiblemente molesto, y le dijo a la recepcionista:

-¡Señorita, vengo a ver al doctor Pérez!

-¿Tiene hora?

-Sí, son las doce y media.

-No, señor, digo si tiene usted cita con el médico. O sea, que si es usted paciente.

-¿Que si soy paciente? Hace tres meses que estoy esperando que el doctor me pague el arreglo de chapa que le hice a su coche. ¡Vaya si soy paciente!




Tartamudez


Un tartamudo fue a ver a un médico para librarse de su enfermedad:

-Ho-o-ol-a, do-c-torr.

-Buenos días. Tome asiento y cuénteme, ¿en qué puedo ayudarlo?

-Qui-e-e-rro dd-ee-j-j-ar de s-er ta-tar-tar- mu-mu-do...

-Sí, señor, ya lo entiendo. Por favor, cuénteme cómo es un día rutinario de su vida.

-Bu-eno, me le-van-to a la ma-ñana y ha-go el a-mor c-on mi mu-jer, al me-diod-ía con mi sec-ret-aria, a la tar-de c-con mi am-ante, y a la no-ch-e de nue-vo con mmi mmujjjer.

-Bueno, desvístase que lo voy a revisar. ¡Cielo santo! ¡Usted tiene cuatro testículos! Aquí está su problema. Le voy a tener que operar y extraer los que están de más, con lo cual su problema quedará solucionado definitivamente.

Varias semanas después, el hombre volvió a la consulta:

-Hola, doctor. Verá: estoy curado. Mire qué bien que hablo, qué fluido. Pero no sabe cómo ha empeorado mi vida sexual, ya ni presión tengo, nada con la mujer, ni con la secretaria, ni con mi amante. Así que quisiera que me volviera a implantar los dos testículos que me quitó.

El médico respondió:

-¡Saaa-nta Rrrri-taaa, Saaa-nta Rrrri-taaa...!




Con las manos en la masa

Un ginecólogo aguardaba la llegada de su última paciente. Después de 45 minuntos de espera, suponiendo que ya no vendría, resolvió tomarse un gin tonic para relajarse antes de volver a casa. Se instaló confortablemente en un sillón y comenzó a leer el periódico. Al instante llamaron a la puerta. Era su paciente, que llegaba apurada y pidiendo disculpas por el retraso.

-No tiene importancia -respondió el médico-. Estaba tomando un gin tonic esperando para irme a casa. ¿Quiere tomar uno para relajarse?

-Acepto con mucho gusto -respondió la paciente, aliviada-.

Él le sirvió una copa y se sentó frente a ella para conversar. De repente, se escuchó un ruido de llaves en la puerta del consultorio. El médico, sobresaltado, se levantó y exclamó:

-¡Mi mujer! ¡Rápida, quítese la ropa y abra las piernas...!



Soy una polilla

Un hombre entró una noche al consultorio de un dentista:

-Disculpe, ¿puede ayudarme? Estoy convencido de que soy una especie de polilla, una de esas mariposas nocturnas...

-Sé lo que es una polilla -dijo el dentista-, pero usted no necesita un trabajo odontológico. Lo que usted necesita es ir a ver a un psiquiatra.

-Sí, lo sé.

-¿Y entonces por qué entró usted aquí?

-Bueno, vi que la luz estaba encendida...



Tú estabas en mi clase

Mi nombre es Alicia Smith. Aquella tarde estaba sentada en la sala de espera del dentista para mi primera consulta con él. En la pared estaba colgado su diploma, con su nombre completo. De repente, recordé a un muchacho alto, buen mozo, pelo negro, que tenía el mismo nombre, y que estaba en mi clase del liceo, unos 30 años atrás. ¿Podría ser el mismo chico del cual yo estaba secretamente enamorada? Pero, después de verlo en la consulta, rápidamente deseché esos pensamientos. Era un hombre medio calvo, canoso, su cara estaba llena de arrugas y se le veía demasiado viejo como para haber sido mi compañero de clase. Despúes que hubo examinado mis dientes, le pregunté si se había graduado en el Liceo Morgan Park.

-¡Sí, sí! -sonrió con orgullo-.

-¿Y cuándo te graduaste?

-En 1975. ¿Por qué me lo preguntas?

Yo le dije:

-¡Tú estabas en mi clase!

Él me miró detenidamente. Y entonces, ese feo, calvo, arrugado, gordo, canoso, decrépito hijo de puta, me preguntó:

-¿Y de qué eras profesora?



Mal aspecto

El doctor se quedó mirando a Rafael, con cara de preocupación.

-Voy a serle sincero, Rafael. Después de examinarla a fondo, he de decirle que no me gusta nada el aspecto de su esposa.

-Ni a mí, doctor. Pero su padre es rico...

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