jueves

Chistes Picantes (3)

Los siete enanitos y el Papa

Los siete enanitos se fueron de viaje por Europa. Al llegar a Roma, decidieron visitar el Vaticano y pidieron audiencia con el Papa. Al tratarse de los famosos siete enanito, les fue permitido hablar con Su Santidad. Pasaron todos a la sala de audiencias, encabezados por Gruñón. Al llegar, el Papa les saludó:

-Queridos hermanos, ¿queréis preguntarme algo? ¿Hay algo que os inquiete?

Gruñón se adelantó:

-Discúlpeme, Santidad, queríamos saber si en Roma hay monjas enanas.

El Papa, sorprendido, respondió:

-Pues no, en Roma no hay monjas enanas.

Se escucharon algunas risitas y murmullos entre los enanitos. Gruñón miró hacia atrás, molesto, y todos callaron. Volvió éste a preguntar:

-Y en Europa, ¿no hay monjas enanas?

-No, querido hijo, que yo sepa en toda Europa no hay monjas enana.

Todos los enanitos rieron, mientras que Gruñón se puso colorado y preguntó de nuevo:

-¿Y en el mundo? En todo el mundo, ¿no hay monjas enanas?

-No, querido hijo, seguro que en todo el mundo no hay monjas enanas.

Los enanitos, sin parar de reír, saltando y cogidos de las manos, empezaron a cantar a coro:

-Gruñón se tiró a un pingüino, Gruñón se tiró a un pingüino, Gruñón se tiró a un pingüino...



La mira telescópica

Un muchacho fue a una tienda de artículos de caza y le pidió al vendedor que le enseñase la mejor mira telescópica que tuviera para su rifle.

-Ésta es la mejor del mercado. Tanto, que si miras hacia la cima de aquella montaña podrás ver mi casa, e incluso leer el nombre del perro en la perrera.

El muchacho enfiló la cima con la mira y comenzó a reír.

-¿De qué te ríes? -preguntó el vendedor-.

-Es que estoy viendo en el jardín a un hombre desnudo corriendo detrás de una mujer desnuda.

-El vendedor tomó la mira, apuntó hacia su casa y comenzó a enrojecer de ira. Tomó dos balas y se las dio al muchacho, diciéndole:

-Vamos a hacer un trato: te doy estas dos balas y, si aciertas con una en la cabeza de mi mujer y con otra en las bolas del hombre, te regalo la mira telescópica.

El muchacho tomó el rifle, la mira y las balas, puso el ojo en la mira y apuntó el rifle hacia la casa. Tras un instante de vacilación, sacó una bala del rifle y se la dio al vendedor:

-Creo que puedo hacerlo de un solo tiro...



Regalo virginal

Ramón era aficionado al golf. Por desgracia, mientras practicaba su deporte favorito, recibió un fuerte pelotazo en sus partes nobles. Cayó al suelo gritando y retorciéndose de dolor. Cuando le llevaron a urgencias, preguntó al médico:

-¿Cómo voy a quedar, doctor? Me caso la semana que viene y quiero estar bien para mi novia.

-Le diré lo que haremos: colocaré cuatro tablitas alrededor de su pene, lo vendaré y pondré unos cables alrededor para dejarlo sujeto, y luego un poco de escayola. Así, inmóvil y entablillado con una pequeña abertura para orinar, deberá estar bien para su noche de bodas.

El médico hizo un excelente trabajo con los genitales de Ramón. Poco despúes llegó el feliz día del casamiento, y por fin la noche de bodas. En la habitación del hotel, la recién casada le hizo un sexy "striptease" a su flamante marido y por fin, sobre la cama, se acarició el pubis, diciéndole:

-Este es mi regalo en esta noche tan especial. Me he reservado para ti, mi amor. Nadie me ha tocado y tú... ¡serás el primero!

El marido se bajó los pantalones de golpe y le dijo:

-Pues este es mi regalo: está tan nuevo que... ¡aquí lo tienes, todavía dentro de su caja!



Doble deportivo

Anoche conquisté a una señora madura en una discoteca de moda. Tenía buen aspecto para una mujer de 57 años. De hecho no estaba nada mal. Era muy guapa, elegante, distinguida, y sin querer me encontré pensando que tal vez tuviese una hija preciosa de unos 30 años. Habíamos tomado unas copas de más, nos hicimos algunas caricias fogosas y me preguntó si había tenido alguna vez un "doble deportivo".

-¿Qué es eso? -le pregunté-.

-Es un trío con madre e hija -me contestó-.

-¡No! -le respondí, muy excitado-.

Tomamos unas copas más y me dijo que esa era mi noche de suerte. Así que fuimos para su casa, mientras mentalmente iba pensando que se estaba haciendo realidad lo de la hija preciosa que imaginé. Cada vez me notaba más excitado. Llegamos a su edificio, en un barrio muy elegante. En el parking sólo había vehículos caros. Subimos en un ascensor directo a su piso, entramos (se me aceleró el ritmo cardíaco imaginando al monumento de hija que tendría), ella se quitó los zapatos y los tiró sobre la alfombra. Encendió la luz del vestíbulo. Admiré la decoración de la sala, de un gusto exquisito. Mientras, ella comenzó a desvestirse lentamente y luego gritó:

-Mamá, ¿todavía estás despierta?



Breves mensajes de luna de miel

Una madre tenía tres hijas. Cuando cada una de ellas se casaba, la madre les pedía que le enviaran un breve mensaje para saber cómo les iba la luna de miel.

Cuando se casó la primera de ellas, la madre recibió una carta con un mesaje muy breve: "Champú Sintrox". Al principio la madre no entendió nada, pero leyendo una revista vio un anuncio que decía: "Champú Sintrox, satisfacción hasta la última gota". Y la madre se quedó tranquila.

Una semana después de casarse su seguda hija, la madre recibió una carta que decía: "Rothmans". Fue a investigar qué quería decir aquello, hasta que encontró un anuncio en un periódico: "Rothmans: king size, el tamaño ideal". Y la madre pudo relajarse.

Finalmente se casó la tercera. Y tardó cuatro semanas en escribir. Su mensaje fue: "British Airways". La madre estaba desconcertada. Finalmente localizó un anuncio, que decía lo siguiente: "British Airways: ¡dos veces al día, los siete días de la semana, en ambas direcciones!"



Vedettes

Se encontraron en la calle dos vedettes que hacía algún tiempo no se veían. Una de ellas había echado carnes, especialmente en la parte posterior. La otra se la miró bien, de arriba a abajo, y le dijo, con intención aviesa:

-Por lo que veo, estás ampliando tu negocio...



La historia de Pablito


Pablito sorprendió a su padre practicando sexo con la criada. El niño le contó a su madre lo que había visto, y ella se tragó el cabreo y le dijo:

-No digas nada hasta que yo te avise.

Días más tarde fue el cumpleaños del niño, y asistieron a la fiesta todos los parientes, unas setenta personas. Mediada la fiesta, apareció la madre del niño y anunció a todos:

-¡Silencio, por favor! Pablito les va a contar una historia.

Todo el mundo supuso que se trataría de algún cuento infantil o algo parecido. Pero Pablito comenzó diciendo:

-La semana pasada, papá entró a la habitación en la que la criada estaba limpiando y la abrazó, la besó, le quitó la ropa...

Por supuesto, todo el mundo se giró para mirar al padre, que a esa altura ya estaba completamente rojo de vergüenza. El niño siguió contando:

-Después de quitarle la ropa, se quitó él también la suya y se acostaron, y después papá le empezó a meter... a meter... la cosa esa... que no me acuerdo como se llama...

Girándose hacia su madre, que no podía disimular una triunfal sonrisa, Pablito le preguntó:

-Mamá, ¿cómo se llama esa cosa que siempre le chupas al vecino?




Robot sexual


Estaba una mujer haciendo el amor con su amante cuando, de repente, llegó el marido, que estaba de viaje.

-¡Rápido, quédate parado aquí como si fueras una estatua! -le dijo al amante-.

Entonces entró el marido y le preguntó a su mujer:

-¿Pero qué hace este hombre desnudo aquí, en mi habitación?

-¡No, querido, estás equivocado! No es un hombre, es un robot de última generación, hecho para satisfacer sexualmente y, además, altamente computarizado. Fíjate en la piel, es igual a la nuestra, todo, incluso el calor. ¡Tócalo, tócalo! ¿Verdad que están llegado a límites insospechados en eso de la creación de robots?

-¡Está bien, está bien! Pero prepárame algo de comer, que el viaje éste me dejó tremendamente hambriento y con deseos de hacer el amor.

-Pero, querido, eso no va a ser posible... Estoy con la menstruación.

-¡Bueno, bueno, está bien, prepárame algo de comer!

La mujer se fue a la cocina y el marido quedó observando atentamente al amante, hasta que decidió que, si servía para la mujer, debería servir también para el hombre. Pero cuando se disponía a penetrarlo por la parte trasera, éste dijo con voz robótica:

-E-r-r-o-r d-e-l s-i-s-t-e-m-a... Z-o-n-a e-q-u-i-v-o-c-a-d-a...

El marido dijo entonces:

-¡Bah! ¡Si no sirve para mí, lo tiro por la ventana! ¡Qué carajo!

Pero, cuando el esposo lo levantó para lanzarlo por la ventana, el amante recordó que estaban en el piso 21, así que rápidamente le espetó:

"-E-r-r-o-r s-o-l-u-c-i-o-n-a-d-o... P-r-u-e-b-e o-t-r-a v-e-z...




Una nueva vida


Belén era una muchacha tan fea que no se veía capaz de conseguir un novio. Decidió pedir ayuda a una vidente, quien le dijo:

-Hija mía, con este físico que tienes realmente no tendrás mucha suerte en el amor. Sin embargo, en tu próxima reencarnación la belleza vendrá contigo y los hombres caerán rendidos a tus pies por docenas.

La muchacha salió de allí muy contenta, pensando en su brillante futuro. Mientras caminaba, se encontró con un puente sobre la autopista y se le ocurrió lanzarse al vacío. Cuanto antes acabara con su vida presente, antes daría comienzo la próxima. Cerró los ojos y se lanzó desde el puente, con tan mala suerte que cayó encima de un camión cargado de plátanos que pasaba por debajo. El impacto del golpe hizo que Belén se desmayara. Al rato despertó, algo confusa, aún sin abrir los ojos y creyendo que ya estaba en su nueva vida. Empezó a tocar lo que había a su alrededor y sólo palpó plátanos por todos lados. Con una enorme sonrisa en los labios, exclamó:

-¡Calma, muchachos, calma! ¡De uno en uno que tengo para todos!




Un feo en el baile


Se encontraba en un baile un tipo de mala presencia, el cual invitó a una joven muy bien presentada a bailar, y ella le respondió así:

-Señor, ¿cuándo ha visto usted un manjar en la boca de un asno?

El señor, cortesmente, le respondió:

-Señorita, solamente le pedí que bailáramos, no que me la chupara.




Charla improbable


Dijo una bolita de cera:

-Cada día entra un bastoncito y quiere sacarme. Pero yo me escondo detrás de un cartílago y no me atrapa.

Dijo la caries:

-A mí cada día me persigue una cosa con púas que intenta sacarme. Pero yo me escondo entre las muelas y no me atrapa.

Dijo el hongo vaginal:

-Pues a mí siempre me viene a ver un calvito. Nunca sabe si quiere entrar o salir. ¡Ya no sé dónde esconderme! Siempre se marea y me vomita encima.

Replicó la caries:

-¡A ese cabrón yo lo conozco...!




¿Excitado?


El marido, al llegar a su casa, le dijo gritando a su mujer:

-¡Flora! ¡Prepárate para hacer el amor cinco veces!

-¡Guau! Mi amor, ¿vienes excitado?

-¡No! Vengo con cuatro amigos.




El tonto y las gallinas

María era la mejor moza del pueblo, la más guapa y la que tenía más salero. Un día llegó a su casa y su madre le dijo que no había nada que comer.

-Tranquila, mamá, ahora mismo salgo y consigo algo.

Nada más salir, vio venir a lo lejos al tonto del pueblo con tres gallinas y pensó: "¡Ya está, a este idiota le quito las gallinas!". Se arregló el pelo, comprobó su escote y se acercó al muchacho:

-Hola, ¿por qué no me regalas esas gallinas?

-No, estas son mis gallinas.

María le insistió, con voz dulce:

-Anda, regálame las gallinas...

-No, estas son mis gallinas.

Ella siguió insistiendo, hasta que el chico le propuso:

-Bueno, si me dejas chuparte un seno te doy una gallina.

Indignada, la chica contestó:

-¿Estás loco? ¿Por una gallina? ¡No!

-Bueno, entonces me voy.

María, recordando la situación en su casa, decidió ceder.

-Está bien, vamos detrás de aquel árbol.

Se sacó un seno y el sujeto comenzó a chuparlo. Después de eso, la joven se arriesgó:

-¿Por qué no me das otra gallina?

-No, esas son mis gallinas.

-Anda, dame otra gallina...

-Bueno, si te dejas chupar otro seno...

-¡Caramba! Está bien. ¡Total, ya me chupaste uno!

María se sacó el otro seno y se lo dejó chupar. Mientras el hombre estaba en lo suyo, María le dijo:

-¡Dame la otra gallina! ¿Qué vas a hacer con una sola? ¡Anda...!

-Bueno, si dejas que te chupe ahí abajo...

La mujer se quedó pensando y decidió aceptar. El tonto empezó a chupar y María comenzó a agitarse, a gemir y a gritar. Muy excitada, exclamó:

-¡No aguanto más, métemela, tonto! ¡Métemelaaaaaaa!

-Bueno, si me das las tres gallinas...



Atrapada en las rejas

Ricardo y Rafael paseaban por los alrededores de un jardín cuando vieron, dentro de éste, a una prostituta que les hacía señas desde detrás de la puerta para que se acercaran. Llegó Ricardo a la altura de la chica y ésta, de forma imprudente, metió la cabeza entre las rejas de la puerta para hablar con su posible cliente, con tan mala suerte que le quedó la cabeza enganchada y no la podía sacar. Ricardo vio la ocasión que ni pintada para saciar su deseo nin necesidad de pagar un céntimo. Así que saltó la tapia de acceso al jardín y, aprovechando la inmovilidad de la mujer, la poseyó desde atrás. A continuación, se volvió hacia su amigo Rafael y le dijo:

-Es tu turno.

Rafael, mirándole con tristeza, le respondió:

-No creo que mi cabeza pase por entre los barrotes de la reja.



El cazador de osos

Carlos salió a cazar osos. Al encontrarse con un pequeño oso de color marrón le disparó. Entonces, sintió un golpecito sobre su hombro y, al darse vuelta, vio un gran oso negro que le dijo:

-Tienes dos opciones: o te golpeo hasta la muerte o nos entendemos con sexo.

Carlos decidió agacharse. Aunque sintió dolores durante dos semanas, rápidamente se recuperó y juró venganza. Por ello, inició otro viaje para encontrar al oso negro, y cuando al fin lo encontró le disparó. Entonces sintió otro golpecito en el hombro. Esta vez un enorme oso grisáceo estaba a su derecha. Era más grande que el oso negro, y le dijo:

-Esto te va a doler más a ti que a mí, pero tienes dos opciones: o te golpeo hasta la muerte o nos entendemos con sexo.

Otra vez Carlos pensó que era mejor perder su dignidad que su vida. Aunque sobrevivió, pasaron muchos meses hasta que logró recuperarse. Ultrajado, se dirigió de nuevo al bosque con una sola meta: la venganza. Logró encontrar la pista del oso grisáceo y, cuando lo tuvo a tiro, disparó. De nuevo, sintió un golpecito en el hombro, se giró y vio un gigantesco oso polar. Éste, mirándolo fijamente, le dijo:

-Admítelo, Carlos: Tú no vienes aquí a cazar...



El cacahuete en la nariz

Como de costumbre, Pedro comía cacahuates mientras veía la tele. Y, como siempre hacía, los lanzaba al aire y los atrapaba con la boca. Pero una noche falló el tiro y un cacahuate terminó atrapado en su nariz. ¡Por más que lo intentaba, no lograba sacarlo!

En ese momento llegó su hija adolescente, acompañada de un amigo. La hija intentó sin éxito sacar el cacahuate. Cuando se dio por vencida dejó probar a su amiguito. Éste, con gran habilidad, logró sacar al intruso de la nariz de Pedro. Todo el mundo respiró aliviado, y la hija aprovechó la situación para presentar a su amigo al padre:

-Papá, éste es Juan. ¿A que no adivinas qué quiere ser cuando sea mayor?

A lo que el padre respondió:

-Por cómo huelen sus dedos, yo diría que mi yerno...



La minifalda

En la parada del autobús, un nutrido grupo esperaba, en apretada fila, su turno para subir al vehículo. Le llegó al fin el turno a una bella joven que vestía botas altas y una chaqueta a juego con una pequeña minifalda de cuero. La chica se percató que el escalón de acceso al autobús era tan alto que la minifalda le iba a impedir subir. Sonrojada, se llevó las manos atrás, buscando la cremallera, la localizó, la bajó unos centímetros y se dispuso a subir, sin éxito. Todavía la falda le impedía levantar lo suficiente la pierna para alcanzar el escalón. Avergonzada, miró al chofer, sonrió tímidamente y, de nuevo, se llevó las manos atrás y bajó un poco más la cremallera. Pese a todo, todavía la minifalda le impedía levantar la pierna para poder subir. La gente que esperaba en la fila comenzó a impacientarse y a protestar. En aquel momento, el fornido muchacho que esperaba su turno detrás de ella la tomó por la cintura y, con suma facilidad, la subió al autobús como si fuera una pluma. La muchacha, furiosa, se giró hacia el desconocido y le increpó:

-¿Cómo se atreve a tocarme, descarado? ¡Yo no sé quién es usted, fresco!

El muchacho, encogiéndose de hombros, le respondió:

-Lo siento, señorita, pensé que después de haberme bajado la bragueta dos veces seguidas ya éramos amigos.



Pelotas de golf

Dos mujeres, que estaban jugando al golf, vieron con horror cómo la pelota que una de ellas había golpeado se dirigía directamente hacia unos hombres que jugaban en el siguiente hoyo. La pelota golpeó a uno de los hombres, quien de inmediato juntó ambas manos en su entrepierna y cayó al suelo rodando y gimiendo lastimosamente. Las mujeres corrieron hasta donde estaba el hombre. Una de ellas, sintiéndose culpable, dijo:

-Por favor, déjeme ayudarlo. Soy quiropráctica y sé cómo quitarle el dolor, si usted me lo permite...

-¡Ouch, auuuu, noooo! Estaré bien..., el dolor se me pasará en unos minutos -contestó el hombre, mientras permanecía en posición fetal, tirado en el césped y con las manos en su entrepierna-.

Ella insistió tanto que finalmente él permitió que le ayudara. Entonces la mujer le separó cuidadosamente las manos y lo tumbó boca arriba, le desabrochó el pantalón, puso sus manos dentro y comenzó a masajear suavemente toda la zona genital.

-¿Se siente bien? -preguntó al rato la mujer-.

-¡Me siento espectacular! -contestó el hombre-, pero la mano me sigue doliendo...



Amante descubierto


El amante, a punto de ser sorprendido por el esposo, saltó por una ventana. Al ser apenas las siete de la mañana, y no habiendo tenido tiempo de vestirse, para disimular comenzó a hacer "footing" al lado de un grupo de corredores en el parque. Sorprendido, uno de los corredores lo miró y le preguntó:

-¿Sin zapatillas?

-Sí, es para una mejor ventilación de los pies.

-¿Sin camiseta?

-Sí, es para una mejor ventilación de las axilas.

-¿Sin pantalones ni calzoncillos?

-Sí, es para tener mayor agilidad.

-¡Ah, comprendo! Y entonces... ¿el condón lo llevas puesto por si llueve?

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